Colmenar de Oreja, h. 1543 / Cuenca, 1589
Pintor, discípulo de Francisco de Villena, en cuyo taller, ubicado en Huete, se formó profesionalmente y que aparece documentado con trabajos en la provincia entre 1569 y 1586. Era hijo del cantero vizcaíno Diego Gil de Oñate y se trasladó a la ciudad optense siendo todavía joven. Trabajó para la catedral de 1569 a 1580, en una obra diversa y no bien localizada, entre la que se menciona «estofar un Crucifijo y Nuestra Señora y San Juan» que, en opinión de Jesús Bermejo puede ser el Cristo de los Sacristanes que se halla en la Capilla de San Bartolomé. En 1572 firma con el también pintor Pedro de Hervias un acuerdo para hacer entre ambos el retablo de la iglesia de Villar de la Encina. En 1578 se concierta con el pintor Juan de Soria para hacer el sagrario de la iglesia de Honrubia y cualquier otra obra que se le encargara a alguno de los dos en los lugares inmediatos a Castillo de Garcimuñoz. En 1579 estaba trabajando en el retablo de la aldea de El Congosto y en pintar un monumento efímero para la catedral. Se sabe documentalmente que pintó el retablo de la iglesia de San Miguel, de Moya, hoy desaparecido y que había sido tallado por Pedro de Villadiego, según acuerdo formalizado en 1581. En 1583 tenía el encargo de pintar un sagrario para la iglesia de Chillarón, que había tallado Pedro de Villadiego. Dos años después, en 1585, otro pintor, Tomás de Briones, traspasó a Segovia la mitad del encargo de hacer un retablo para Valdemoro del Rey. En ese mismo año, junto con el también pintor Pedro de Hervias, otorgan poder para poder cobrar lo que se les debe de hacer un retablo para la iglesia de Arcas y otro para la ermita de San Sebastián, en Mohorte. Fue procesado por la Inquisición en 1573 por algunos comentarios algo despectivos que había pronunciado por lo que fue reprendido en sentencia del 5 de mayo y a que en los dos sábados siguientes “rece en la iglesia con mucha devoción de rodillas delante de la imagen de Nuestra Señora” suplicando le perdone la ofensa que le había hecho. Al morir, en 1589, su viuda, Magdalena de la Torre, cedió a Muñoz de Aguilar, Quílez Moreno y Fernando de Mayorga la terminación de los retablos de Valdemoro del Rey y Navalón.
Referencias: Pedro Miguel Ibañez, Documentos para el estudio de la pintura conquense en el Renacimiento. Cuenca, 1990, pp. 261-275, 282-283. / Dimas Pérez Ramírez, Pedro de Villadiego y el retablo mayor de Tarancón. Tarancón, 1978, p. 69 / María Luz Rokiski: “Artistas del siglo XVI en Cuenca”. Revista Cuenca, núm. 33, primer semestre 1989; pp. 38-41.