CRUZ NOVILLO, José María

Cuenca, 21‑05‑1936

Hijo del abogado José María Cruz Díaz, que trabajaba en Cuenca, el comienzo de la guerra civil obligó a la familia a abandonar la ciudad, recalando primeramente en Tarancón, donde realizó sus estudios primarios, volviendo a la capital para hacer los secundarios en el instituto Alfonso VIII, un periodo que el artista recuerda bien cada vez que tiene ocasión de hacerlo, cuando empezó a pintar paisajes a la acuarela y al óleo, de forma autodidacta “con otros chicos de pueblo, como pintor auténticamente dominguero y provinciano”, afición que completó pronto al entrar en contacto con Fausto Culebras –“el artista de mayor talla que yo he conocido”, asistiendo a clases particulares del gran escultor que completó con las enseñanzas del escultor José Navarro Gabaldón, cuando la familia se trasladó a Motilla del Palancar. La siguiente etapa es Madrid, como estudiante, al amparo de su tío Tomás, fundador de las Cuevas de Sésamo desde las que promovió el premio Sésamo de cuentos. Comenzó a estudiar Derecho, carrera que abandonó en 1958 para entrar a trabajar en una agencia de publicidad, mientras se dedicaba a hacer dibujos para distintas publicaciones, consiguiendo un reconocimiento casi inmediato. Después de siete años de trabajar para otros, decide independizarse y montar su propio estudio. Director artístico de la famosa agencia de publicidad “Clarín”, en 1963 fue elegido colaborador del Pabellón de España en la Feria Mundial de Nueva York, lo que le supuso entrar en relación con la élite del mundo del diseño creativo. En 1969 entra a formar parte del “Grupo 13”, impulsado por jóvenes diseñadores que intentan renovar los conceptos del grafismo, incluyendo los objetos; la propuesta alternativa para modificar las cajas de fósforos representó en su momento una auténtica revolución estética.

Para entonces, ya había empezado a establecer diferentes consideraciones personales en torno al arte y la creación. Fascinado por las relaciones entre las matemáticas y el arte, comenzó a realizar experimentaciones continuas sobre las formas geométricas y sus relaciones con el color, utilizando solo los tres primarios (rojo, amarillo y azul) pero combinándolos de forma precisa a través de la aplicación de normas matemáticas precisas, que respondían a una elaboración intelectual previa, dando así origen a un estilo que, desarrollado a lo largo de décadas, habría de dar lugar al mundo estético tan personal e inconfundible como el de Cruz Novillo, que se orientó en una doble línea de trabajo, el diseño y la investigación plástica.

En 1972 presenta su primera exposición individual, en la galería Skira, con el título “Esculturas manipulables” y dos años después inicia un estudio en torno a las relaciones existentes entre el plano y el volumen, que se materializa en el ciclo creativo “Tximparta”, formado por seis esculturas y doce pinturas.  Aunque su más firme vocación es la pintura, y a ratos la escultura ‑exposiciones en Santander, Madrid, Tenerife, Sao Paulo, Lisboa…‑ ha sido absorbido por el diseño, hasta el punto de que multitud de imágenes o símbolos de la vida contemporánea española han salido de su taller: los billetes del Banco de España desde 1979, el anagrama de Correos, el Tesoro Público, las portadas de los anuarios de El País y de libros para Editorial Santillana, el de Renfe, el uniforme azul y el símbolo de la Policía democrática, el puño y la rosa del PSOE, las marcas Sprint y Repsol… Obra de Cruz Novillo fueron los logotipos del Quinto Centenario, la Fundación Once, la Comunidad de Madrid, el diario El Mundo, Inves, la bandera de la Comunidad de Madrid… y en épocas más reciente, el de la Feria del Libro y la Lectura de Castilla-La Mancha en Cuenca. También es cartelista de cine, género en el que debutó a comienzos de los 60 con el cartel de El rapto de T.T., de José Luis Viloria y los títulos de crédito de Crimen de doble filo, la primera película de Borau, para el que también hizo los títulos de Brandy. Es el autor de los carteles de la trilogía de Berlanga sobre la familia Leguineche (Escopeta Nacional, Patrimonio Nacional y Nacional III) y el de la práctica totalidad de las películas producidas por Elías Querejeta, desde La caza hasta Las cartas de Alou pasando por El espíritu de la colmen, El Sur o Pascual Duarte llegando, en épocas más recientes, al de Los lunes al sol, Barrio, etc. Como artista que expone su obra, Cruz Novillo ha sido de incorporación tardía a los circuitos de salas y galerías; de hecho, a lo largo de los setenta apenas si llevó a cabo un par de apariciones en ese terreno, que empezó a cultivar con mayor intensidad a partir de 1980, incrementado su presencia en los círculos artísticos, con frecuentes exposiciones, incluída la participación anual en «Arco». Por entonces, comentando la reaparición de Cruz Novillo en los círculos artísticos, tras varios años sin exponer, y hacerlo en la galería Aele de Madrid con una muestra de esculturas desarrolladas en series de pinturas, dibujos y collages, con soportes de acero inoxidable, latón pulido y cartón, Fernando Samaniego recogía algunas opiniones del propio arista acerca de su obra y en concreto la aparente diacronía existente entre su trabajo de diseñador y la vertiente creadora, radical: “Lo único que tienen en común es en el campo de los puramente instrumental. El grafismo me ha dado el conocimiento de los materiales y algunas habilidades para desarrollar las propuestas. La diferencia de los dos campos es total. Como diseñador hay que dar soluciones a problemas más objetivos, muy concretos, y como artista hay que reflexionar, crear problemas, hacer preguntas, intentar provocar actitudes”[El País, 16-05-1980].

Con motivo de esa misma exposición, Julián Cerdán lo entrevistó para La Revista de Cuenca, trazando una aguda descripción de la obra expuesta: “Pulcra, meticulosa, elemental sinfonía que adquiere una perfección no buscada, pero que encuentra, de un par de décadas acá. Sus Diagramas, círculos parcelados que son celdas, sin prisión de primarios pigmentos, en los que el verde –allá con su intención- brota con exultante protagonismo. Se le puso chulo el color y cohabitó en sincrónica concupiscencia con el amarillo, rojo y azul. El diafragma, ahora refracta. El esperpéntico caleidoscopio de círculos, segmentos, sectores, fragmentos, danzan con insolente y provocativo desparpajo”.

Cruz Novillo rodeado de alumnos de la Escuela que lleva su nombre, en la exposición de carteles cinematográficos organizada por el Cineclub Chaplin en 2018

Mucho más tarde, hablando en otra tribuna y otra vez con Julián Cerdán, Cruz Novillo seguía meditando sobre las circunstancias de su propia obra: “Entre la primera y tercera dimensión se localiza el tiempo. Es la cuarta dimensión, su cristalización. Me consiente una aproximación generosa hacia los músicos. Me relaciona con los artistas conceptuales. La dificultad de expresión para describir la obra que estoy haciendo es compleja, muy provocativa estéticamente, incluso para mí. Introduzco la máxima complejidad conceptual con absoluta sencillez formal. Es un insulto dialéctico». En el mes de abril de 1988 presentó en la galería Tórculo, de Madrid, una serie de grabados, dibujos y collages‑relieves, agrupados todos bajo el título de “Fragmentos de primera y segunda esculturas vacías”. En septiembre de 1997 fue galardonado con el premio nacional de Diseño de ese año, en la modalidad de diseño gráfico. El premio, concedido por el ministerio de Industria y Energía y la Fundación Barcelona Centre de Disseny, tiene carácter honorífico y está destinado a reconocer e incentivar las trayectorias profesionales que consiguen la máxima proyección nacional e internacional gracias a la conjunción de valores culturales y técnicos. En ese momento y al frente de una empresa que lleva su nombre ‑Cruz Novillo & Asociados‑ el artista conquense era ya uno de los más prestigiosos diseñadores del país, con trabajos para clientes como Correos, Endesa, Grupo Prisa, Fundación Once, etc. En 1999 recibió el encargo de elaborar el cartel anunciador de la Semana Santa de Cuenca presentando una propuesta ciertamente audaz y brillante, que como cabía esperar disgustó a los partidarios del dogmatismo integrista. En la primavera de ese mismo año presentó una exposición en Aele-Evelyn Botella, en Madrid, que fue calurosamente recibida por la crítica y en la que ofreció una visión personalísima de collages en cartón, series geométricas en movimiento, etc. A finales de año organizó otra exposición, en este caso antológica, en la Casa del Cordón de Burgos, una muestra que recogía dos aspectos bien diferenciados del trabajo del artista; en la planta inferior, una antología de obras anteriores a los años 90, mientras que en la planta superior podía contemplarse la evolución de Cruz Novillo en los últimos años, división que, a juicio del crítico F.H. (Fernando Huici) prestaba a la exposición un gran atractivo muy esclarecedor: “Pues si la obra anterior se inscribe en las coordenadas más habituales de la tradición normativa o constructiva, las apropiaciones objetuales o iconográficas de los ciclos más recientes, con su cierta resonancia pop, nos definen hasta qué punto, antes que las cuestiones de orden formalista, es la pura condición especulativa de las ecuaciones de modulación infinita lo que en definitiva orienta la intención de su trabajo creativo” [F.H., El País/Babelia, 04-12-1999, p. 20]

Por iniciativa de la Fundación Antonio Pérez, en junio de 2002 presentó en Cuenca una exposición vinculada a su proyecto “Diafragma Rainbow”, un conjunto de pinturas y esculturas hechas con sonido, a partir de la combinación de siete colores por medio de un programa informático y que el artista define como “música para ver o pintura para escuchar”. En la apertura de la muestra se estrenó “Diafragma Rainbow opus 5”, de David López Cruz al piano. El montaje está formado por grandes lienzos en que el color está tratado sobre madera, aluminio y lienzos tintados, mientras sobre las paredes se recrean visualmente las escalas de la obra musical. Diafragma es un concepto de obra global que Cruz Novillo viene desarrollando en los últimos años y en el que se engloban varios formatos creativos, con la característica común de combinar un número variable de elementos monocromáticos, sonoros, fotográficos o tridimensionales, del que es buen elemento visible el titulado Diafragma dodecafónico de dígitos, en la fachada del Instituto Nacional de Estadística, en Madrid. Obras suyas pueden también verse en la sede de Pórtland Valderribas donde tiene instaladas varias esculturas y en el Banco de España, con un amplio mural. Los paseantes por la plaza de Picasso de la capital de España también pueden encontrar en ella una escultura realizada en 1989.

Como escultor, es autor la escultura de la plaza de Picasso en Madrid (1989) mientras que como artista plástico destaca la fachada de la sede principal del INE también en la capital española.

En el año 2001 fue designado como socio de honor de la Asociación Española de Profesionales del Diseño, durante el acto celebrado en Madrid el 10 de abril y en el que se entregaron los premios anuales a los productos de diseño especialmente distinguidos por su calidad y valor creativo, dando respuesta a las exigencias del mercado y a la mejora del entorno social. El diseñador conquense, que en varias ocasiones anteriores había recibido premios de la Asociación, fue calificado por el presidente Pedro García-Ramos como un maestro “con el máximo minimalismo en la gráfica”. En 2002 ganó el primer premio del concurso de pintura convocado por Caja Castilla-La Mancha. En octubre de 2008 fue galardonado con el premio Castilla-La Mancha de diseño. Antes, al comienzo de su carrera, en 1978 había recibido el premio Laus por el diseño de la identidad visual de Correos; el premio nacional de Diseño en 1997; la medalla del FAD en 2006.

El 28 de noviembre de 2006 fue elegido miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes, para cubrir una plaza de nueva creación en la sección “Nuevas Artes de la Imagen”. Leyó su discurso de ingreso el 24 de mayo de 2009 con el título “Diseño de un discurso” en el que hizo un amplio recorrido por su trayectoria personal y creativa, explicando su actitud ante el mundo de las imágenes y su percepción sensorial. En los últimos años, la actividad más constante de Cruz Novillo se ha centrado en el desarrollo del concepto “Diafragma”, denominación que engloba multitud de formatos de obras cuya característica común es la combinación de un número variable de elementos monocromáticos, sonoros, fotográficos o tridimensionales y cuyo ejemplo más conocido (y visible) es el “Diafragma Decafónico de Dígitos” para la fachada del Instituto Nacional de Estadística en Madrid.

La Escuela de Artes de Cuenca, en la calle de San Pedro lleva su nombre. El 20 de octubre de 2010 pronunció el discurso inaugural del curso de la Real Academia Conquense de Artes y Letras. El 14 de diciembre de 2017 fue galardonado con un Premio Gràffica 2017 «por ser el gran decano del diseño español y formar parte de la memoria emocional de este país», según el texto de defensa del jurado. En el otoño de 2018 el Cineclub Chaplin organizó en el Centro Cultural Aguirre una exposición de carteles cinematográficos a cuya inauguración asistió el propio artista. En abril de 2023 fue reconocido con el premio Laus de Honor, que otorga la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos por “sus grandes aportaciones al mundo del diseño y la comunicación visual y el impacto que éstas han tenido en el imaginario colectivo”.

Julián Cerdán: «Consideración para eternizarme en aprendiz de todo». La Revista de Cuenca, pp. 36‑38 /