CERECEDA, Juan de

JUAN DE CERECEDA Y CARRASCOSA

Villar del Saz de Don Guillén 14-03-1665 / Villar del Saz de Don Guillén 01-11-1743

Militar. Hijo de Juan de Cereceda y Agustina Carrascosa, ambos hidalgos, comenzó a estudiar en el colegio de la Compañía de Jesús en Huete, pero pronto decidió seguir la carrera de las armas, que empezó como soldado raso a los 18 años, alistándose el 2 de julio de 1682 en una compañía de caballería y llegó a teniente general del ejército de Felipe V. Inició su actividad militar como soldado en el Rosellón, en vísperas de que comenzaran las acciones militares en Cataluña, en las que de inmediato demostró un arrojo tan extraordinario que algunos comentaristas insinúan algún confuso y oculto motivo personal que le animara a sentir desprecio por la vida. Poco se conoce de los primeros años de milicia, salvo la seguridad de que tomó parte en numerosas acciones de guerra, obteniendo sucesivos ascensos con una rapidez inusitada: con solo 12 años de carrera ya era capitán tras la batalla del Ter, en la que logró sobrevivir a pesar de que su batallón quedó aniquilado (1694), pasó luego a formar en la defensa de Barcelona (1697) y tras la guerra del Rosellón fue ascendido a teniente coronel (1702). De Cataluña pasó a Galicia para defender la ciudad de Vigo de la amenaza de la flota anglo-holandesa y de allí sucesivamente a Badajoz participando en la invasión de Portugal (1704) y después en el inútil asedio de Gibraltar.

Intervino de manera muy activa en la guerra de Sucesión en la causa que defendía el rey Felipe V, a las órdenes del conde de Aguilar, con acciones tan meritorias y brillantes que le merecieron sucesivos honores, entre ellos el de Comendador de Abanilla, que llevaba consigo unas importantes rentas y recibió el título de caballero de la Orden de Calatrava, con destalles personales que se conocen gracias a la oración fúnebre que pronunció su sobrino al morir. Antes del fin de la campaña que concluyó con la subida al trono del primer Borbón, Cereceda participó al menso en tres combates victoriosos, en el puente de Vadocañas sobre el Cabriel, en la reconquista de Elche y en la entrada en Cartagena, obteniendo por tales méritos el ascenso a coronel y con solo dos compañías de su regimiento capturó en San Vicente del Raspeig a un regimiento inglés completo (1706), sorprendente acción militar que el enemigo derrotado, el duque de Berwick, recogió en su diario con las siguientes palabras:

Imagen del general Cereceda, en una recreación de Miguel Ángel Pérez en alabarda.net

“El señor Cereceda, coronel de Caballería español y muy buen partisano, se emboscó anteayer con 80 partisanos de su Regimiento a media legua de Alicante. Un batallón inglés de 500 hombres, habiendo salido de la plaza para reunirse con el cuerpo que está en el valle de Castalla, pasó a 500 pasos de la emboscada del coronel Cereceda, el cual, habiéndose dividido en dos trozos, cargó al galope sobre el batallón, al que rompió. Ha matado alrededor de 100 y ha capturado al resto, tanto oficiales como soldados, banderas y bagajes. Esta acción, que es de las más atrevidas que yo he oído, no le ha costado más que cuatro jinetes, tanto muertos como heridos y 15 caballos”. Sin duda, el coronel Cereceda acumulaba ya méritos sobrados para ir dando forma a la fama que ganaría en esa época y que acrecentó poco después en otra brillante acción en el cerco de Lérida (1708). Volvió al centro del país y participó en las acciones de Brihuega y Villaviciosa, en forma tan brillante que al terminar la primera, el mismo rey, Felipe V, le ascendió a Brigadier prometiéndole una encomienda, lo que efectivamente hizo concediéndole la de Abanilla (Murcia) en 1712. Finalmente, tras la caída de Barcelona y el abandono del archiduque de Austria a sus pretensiones sobre el trono de España, pudo Felipe V asumir en plenitud la corona que durante tanto tiempo se le había resistido, quedando como última y pertinaz secuela la residencia de Cataluña a aceptar la nueva situación. En esa región quedó acuartelado el regimiento de Cereceda hasta que ascendió a mariscal de campo (1720) en que se le encomendó la defensa de Ceuta, amenazada por tropas marroquíes y donde llevó a cabo su última brillante acción militar que concluyó con la liberación de la plaza y la retirada del enemigo (1721). Para entonces ya se habían acuñado diversos epítetos en torno a su persona, como llamarle “El Centauro de la Mancha” o “El Macabeo Español”.

Al término del conflicto fue nombrado vocal de la Real Junta de Caballería, inspector de Caballería en Valencia, Aragón y Cataluña y finalmente alcanzó el máximo grado del escalafón militar, el de teniente general. Se retiró a vivir y morir a su casa natalicia, que reformó y engrandeció además de propiciar la construcción de la ermita de Jesús Nazareno y mantener una destacada labor asistencial entre los más necesidades de su pueblo; no tuvo descendencia directa, por lo que su herencia se repartió entre varios parientes colaterales. Como dice Torres Mena, “ni grandezas ni preeminencias le deslumbraron ni ensobervecieron, mostrándose afable y llano con militares y paisanos, sin consentir de nadie políticas sumisiones”. Fue enterrado en el presbiterio de la iglesia parroquial de Villares del Saz donde aún se conserva la tumba. Existe impresa una Oración fúnebre, pronunciada por Alonso de la Guardia, predicador del convento de descalzos en Torrejoncillo, editada en 1750 por su sobrino, Juan de Cabrera y Cereceda.

Referencias: Juan Luis Sánchez Martín, Diccionario Briográfico Español, Real Academia Española / José Torres Mena, Noticias Conquenses. Madrid, 1878; Imprenta Revista de Legislación, p. 833 / Celedonio Villagarcía Gómez, Villares del Saz (Breve relación de datos para su historia). Cuenca, 1983.