CARVAJAL, Isidro

ISIDRO CARVAJAL Y LANCASTER

Toledo 19-05-1703 / Cuenca 15-01-1771

Quincuagésimocuarto obispo de Cuenca (1760-1771). Miembro de la familia de los duques de Abrantes y descendiente de antiguos reyes de Castilla, estudió en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, donde se doctoró en Derecho Civil y Canónico. Sobrino del obispo Juan de Lancaster, éste le concedió una canonjía en la catedral conquense y junto con su hermano Álvaro, fundaron el oratorio de San Felipe Neri, en nuestra ciudad, en 1738, que entregaron para su uso a los filipenses traídos desde Valencia, una orden que en aquella época gozaba de gran prestigio. Poco antes, en 1734, el rey Felipe V le había ofrecido el obispado de Barcelona, que no aceptó, siguiendo de canónigo en Cuenca. Años más tarde, en 1760, fue electo obispo de la diócesis, siendo consagrado el 24 de agosto, por el obispo de Teruel, Francisco Rodríguez Chico. Al año siguiente, presidió el acto del traslado de la urna de san Julián a su ubicación definitiva, en el Transparente. Durante su gestión episcopal se amplió el edificio del seminario y reedificó la iglesia de san Juan Bautista, en Cuenca. Dice Mateo López que «las visitas de su obispado las hizo con mucha frecuencia sin reservar lo más intrincado y penoso de esta serranía. Iba con poco aparato y acompañamiento y no gastó coche», de lo que se debe deducir que era buen jinete. A lo que se debe añadir también que, según esas mismas crónicas, actuaba de manera ejemplar y caritativa, ayudando a los necesitados con sus propias rentas. El mismo cronista es sibilino cuando dice: «Vivió en tiempo de algunas novedades interiores en el reino que le dieron que sentir». Y tanto, pues se enfrentó abiertamente con la corona, protagonizando uno de los más sonados incidentes del periodo.

            Era el obispo Carvajal hombre de firmes ideas alineadas con el pensamiento que hoy llamaríamos integrista, y por tanto, enemigo de cualquier veleidad política o costumbrista, lo que le hizo emitir severas críticas hacia el comportamiento de algunos miembros del gobierno, enviando cartas al rey sobre tales excesos. El colmo, sin embargo, llegó en 1766, tras unos sonoros incidentes en forma de revuelta popular que tuvieron lugar en Cuenca a causa de la carestía en los alimentos, lo que obligó a José Moñino (luego conde de Floridablanca) a llegar a la ciudad como corregidor interino para poner orden y devolver la calma a los alterados espíritus. Ante esa situación conflictiva, el obispo Carvajal reaccionó de manera imprudente, enviando varias cartas al rey denunciando que la Iglesia estaba siendo perseguida y saqueados sus bienes, además de emitir un airado juicio sobre la relajación de las costumbres, lo que motivó que fuera citado ante el Conejo de Castilla, donde se le reprendió severamente, como quedó recogido en un Memorial ajustado (Madrid, 1768) en el que se explica con todo detalle lo sucedido. El castigo fue apartar al obispo de cualquier relación con la corte, manteniéndolo relegado en Cuenca hasta su muerte. Fue enterrado en la iglesia de San Felipe Neri, junto a los restos de su hermano Álvaro.

Referencias: Antonio Escamilla Cid, Las conflictivas relaciones entre la Iglesia y el Estado en la provincia y diócesis de Cuenca, durante el reinado de Carlos III (Madrid, 1986) / Mateo López, Memorias históricas de Cuenca y su obispado. Edición de Ángel González Palencia. I) Cuenca, 1949; pp.  257-258 / Trifón Muñoz y Soliva, Noticias de todos los señores obispos que han regido la diócesis de Cuenca. Cuenca,1860; pp. 380-382.