ÁNGEL DEL CAMPO CERDÁN
Cuenca, 11-05-1881 / Madrid, 04-11-1944
El que, sin duda alguna, es la figura conquense más destacada en el ámbito de la Ciencia, era hijo de Zoilo del Campo, ingeniero agrónomo destinado a Cuenca como catedrático de su Instituto y que aquí contrajo matrimonio con Sofía Cerdán de Landa Serrano, con lo que enraiza con uno de los apellidos de más noble abolengo de las familias locales. En 1895 obtuvo el título de bachiller en el Instituto de Cuenca, con premio extraordinario y a continuación, con solo 14 años de edad, ingresó en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Licenciado en 1901 en Ciencias Físico-Químicas, participó en la fundación de la Sociedad Española de Física y Química (1903) y obtuvo el doctorado en 1907 (con una tesis que ya adelanta su campo de investigación: Observaciones acerca de los espectros de absorción en reacciones coloreadas de algunas exosas) mientras había iniciando una carrera docente en colegios y academias particulares hasta obtener por oposición el ingreso en la Universidad Central como profesor auxiliar (1907).
De inmediato había iniciado también su vocación de investigador, que le llevó pensionado por la JAE a París donde siguió dos líneas de investigación: de un lado, la espectroquímica y el análisis espectral, de otro, los estudios de métodos de análisis de alimentos (1909), publicando a su regreso a España una notable memoria, que le valió el nombramiento, por la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE) de Jefe de Espectografía en el laboratorio de Investigaciones Físicas, dirigido por Blas Cabrera, dando comienzo así a sus trabajos sobre el análisis espectral y poniendo los primeros elementos de la escuela de investigadores que propició. A ese periodo todavía de formación corresponde su primer trabajo científico original, de importancia reconocida en España, el “Estudio espectrográfico de las blendas”, en el que detectó la presencia de indio, galio y germanio en las blendas de los Picos de Europa.
A continuación monta un laboratorio de espectroscopia, pionero en España, temática sobre la que publica una amplia serie de artículos (1914) y contrae matrimonio con la artista plástica Trinidad Francés y Mexía (1913). Profesor auxiliar numerario de Análisis Químico General (1910), se encargó interinamente de la cátedra (1911) que habría de ocupar como catedrático titular después (1915) y desde la que constituye, junto con sus alumnos, la considerada como “Escuela española de Espectroscopia”, que alcanza un prestigio internacional.
En pocos años, Ángel del Campo se había convertidoe en uno de los químicos españoles más relevantes, mediante una incasable actividad investigadora que se complementa con una similar actividad difusora mediante artículos y trabajos en las más prestigiosas publicaciones del sector. Hay unanimidad en reconocerle como pionero en el campo de la espectrocospia, sin descartar otras líneas como la farmacobiología o el análisis de los alimentos. En 1923 abandona su puesto en el Laboratorio para dedicarse en adelante en exclusiva a la actividad docente, mientras impulsa la presencia de científicos españoles en las sociedades internacionales, destacando en especial su participación en la Comisión Internacional de Nomenclatura Química formó parte de la comisión internacional de Nomenclatura Químico Inorgánica y representó a España en numerosos congresos y seminarios científicos.
Miembro de la Real Academia de Ciencias desde 1927, su discurso de ingreso, pronunciado el 15 de junio, versó sobre “La evolución del sistema periódico de los elementos químicos” al que contestó el académico Blas Cabrera; Durante la fase final de su trabajo estuvo vinculado a la Sanidad Nacional en un momento clave para la difusión y análisis de nuevos medicamentos; a Ángel del Campo se debe la introducción en España de la vitamina B, que preparó por primera vez en su laboratorio, con una extraordinaria aplicación popular durante los difíciles años de la guerra civil y postguerra. A la vez, y como actividad complementaria de la cátedra, promueve la formación del Instituto Técnico de Cocmprobación, llamado después Instituto Técnico de Farmacología, para el análisis químico de alimentos y medicinas.
Reflejó esta actividad en un gran número de publicaciones científicas. Lora Tamayo, que había sido su alumno, calificó su trabajo como el de quien «abrió a la química espectral un mundo nuevo en el fenómeno de los conjuntos y prestigió el nombre científico de España en una labor seria, concienzuda y brillante”. En 1934 participó activamente, junto con sus colegas Obdulio Fernández y Enrique Moles en la organización en España del IX Congreso internacional de Química y es elegido presidente de la Sociedad Española de Física y Química.
Durante la guerra civil permaneció vinculado a la República, trabajando en el Instituto de Terapéutica Experimental y, desde 1938, en el Instituto nacional de Higiene de los Alimentos, lo que le convirtió en víctima inútil de los expedientes de depuración realizados por el régimen franquista, actuaciones que le produjeron un considerable disgusto personal, aunque el expediente terminó con el dictamen de “rehabilitación sin sanción”, lo que le permitió reincorporarse a la cátedra y al laboratorio.
Muy disminuido en sus capacidades a causa de un accidente de tráfico sufrido al ser atropellado en 1942, fallecería dos años más tarde. El 15 de diciembre de 1981 la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales dedicó una sesión extraordinaria en su memoria, al cumplirse el primer centenario de su nacimiento, en la que el presidente de la institución, el profesor Manuel Lora Tamayo, pronunció una conferencia titulada “Los químicos en la Real Academia de Ciencias. El centenario de D. Ángel del Campo”.
Como intelectual avanzado y preocupado por las novedades científicas, se sintió atraído por la fotografía, que aplicó no solo a la temática profesional sino a un espacio visual que le interesaba profundamente, el paisaje inmediato a la ciudad de Cuenca, que plasmó en cientos de placas con las que organizó una exposición en el Ateneo de Madrid, donde también promovió la Asociación de Amigos de Cuenca.
Vinculado constantemente a su ciudad natal, a la que volvió todos los veranos de su vida a pasar las vacaciones, el año 1927, en septiembre, recibió un cálido homenaje durante el que se le entregó el pergamino con el título de Hijo predilecto, un galardón que, según sus propias palabras, fue el que más le enorgulleció en toda su vida. Y que fue seguido, el 14 de enero de 1928, de otro acto en el que se revalidó aquel homenaje popular. Esa relación permanente con Cuenca se plasmó en un excepcional gesto de generosidad, cuando vendió a la Diputación, por un precio simbólico, la finca de El Terminillo (1934) para que en ella se pudieran implantar servicios de promoción agropecuaria que la corporación pensaba desarrollar.
El incesante trabajo investigador de Ángel del Campo y Cerdán encontró su natural correlación en una amplísima serie de publicaciones científicas en torno a los diversos temas que fueron objeto de sus estudios, la mayoría de ellos en revistas científicas o actas de congresos. Entre ella se pueden citar títulos como Observaciones acerca de los espectros de absorción en reacciones coloreadas de algunas exosas (1907), Métodos de análisis de alimentos (1910), Las tierras raras de España: demostración de su existencia (1912), Nuevas reacciones coloreadas del gas hidrógeno (1913), Los espectros de emisión y las reacciones químicas del foco emisor (1919) o su notable discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, La evolución del sistema periódico de los elementos químico (1927) a las que hay que añadir algunas traducciones de textos científicos de autores extranjeros.
Referencias: Ángel del Campo Francés, “Ángel del Campo Cerdán, un científico excepcional”. Cuenca, 1981; Olcades, tomo I, pp. 283-304 / J.R. Gómez Redondo, “Ángel del Campo: vida y obra de un eminente químico español”. Tesis doctoral dirigida por el Dr. González de Posadas. Universidad Politéncica de Madrid, 2005 / Manuel Lora Tamayo, “Noticia briográfica de Ángel del Campo Cerdán”, en Anales de la Sociedad Española de Física y Química, num. 4 (1945), pp. 155-175 / Francisco de la Torre Vega, Educación, Ciencia y Cultura en España: auge y colapso (1907-1940). Ciudad Real, 2012; Almud, pp. 132-134.