BECERRIL, Cristóbal

Cuenca hacia 1539 / Cuenca 1585

Hijo y discípulo de Francisco, con quien trabajó en la custodia de Cuenca e hizo la de Alarcón (que Ceán Bermúdez atribuye a la parroquia de San Juan, aunque en realidad la costearon todas las iglesias de la villa), según consta en la inscripción que figura en ella: «Esta custodia mandó hacer D. Gaspar de Quiroga, obispo de Cuenca, a costa de las fábricas de las iglesias de esta villa de Alarcón. Acabóse siendo obispo el ilustrísimo D. Gómez de Zapata y curas el Licenciado D. Julián de Avila y Hernando de los Paños y Diego La Morná y Melchor Granero. Hízola Cristóbal Becerril, platero, vecino de Cuenca y acabóse en 20 de junio de 1575 años».

Sucedió a su padre como maestro platero de la catedral, cargo que ocupó hasta su muerte y fue también marcador de la ciudad y monedero de la ceca entonces existente. Parece lógico suponer que aprendió el oficio en el taller de su padre, del que heredó al tiempo una considerable capacidad de influencia en el entorno profesional, lo que no impide que se haya emitido algún juicio crítico al señalar que no aportó novedades en el desarrollo creativo de la platería, adaptándose a las formas manieristas que estaban en vigor. De la obra de Cristóbal Becerril hay documentados numerosos ejemplos: la ya citada custodia de Alarcón, el cáliz-custodia de Requena, los cálices de las iglesias de Castillo de Garcimuñoz y Villares del Saz, incensarios de Almendros y Arguisuelas, cruces de Valdecolmenas, Villar de Domingo García y Requena, etc.

Por lo que se refiere a la más notable y famosa, la custodia de Alarcón, Ceán Bermúdez la describe así:

”Tiene tres cuerpos de arquitectura sencilla: el primero corintio con cuatro columnas en los ángulos, santos relevados en los pedestales, otras estatuítas en el pie, los evangelistas sobre el cornisamento, y en el friso cabecitas y otras cosas muy graciosas; el segundo es jónico e igual al primero en número de columnas y labores; el tercero es octógono con nichos, en los que están colocadas las estatuitas de los doce apóstoles. Unos dragoncillos bien pensados sostienen la copulilla en que termina la pieza; y cuatro ángeles cogen con dignidad y decoro el viril que está en el centro; todo executado con inteligencia”.

Fotografía: Custodia de Alarcón

Referencias: Juan Agustín Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las bellas artes en España. Madrid, 1980, I, pp. 119-120 / Julián Zarco Cuevas, Relaciones de Pueblos del Obispado de Cuenca. Cuenca, 1927. Imprenta del Seminario, II, p. 261.

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