ACUÑA, Luis Vázquez de

LUIS VÁZQUEZ DE ACUÑA Y OSORIO

N. Cuenca, 1426 / M. Burgos, 14-09-1495

Conocido y citado generalmente como Luis de Acuña fue obispo de Segovia y Burgos y figura muy influente en la corte castellana. Miembro de la casa ducal de Buendía, emparentado con Juan Pacheco, marqués de Villena y con el poderoso arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, tenía dos hijos cuando enviudó y decidió ingresar en el orden eclesiástico, contando con el apoyo y simpatía del príncipe de Asturias, futuro Enrique IV, con quien mantenía una firme amistad. Consiguió una plaza de canónigo en Ávila (1443) a la que añadió otra en Segovia (1449) que pasó a ser la de obispo, si bien se le designó previamente administrador, ya que no contaba con la edad suficiente para ocupar el obispado, pues solo tenía 23 años. Sin embargo, no abandonó la corte, permaneciendo junto al príncipe y ocupando destacados puestos en el Consejo real. Acuña fue el encargado de emitir, en 1453, la sentencia de divorcio entre Enrique y Blanca de Navarra.

Al llegar Enrique IV al trono, continuó la influencia de Acuña que, sin embargo, se truncó cuando aspiró al puesto de obispo de Burgos en contra del candidato real, Alfonso Vázquez de Acuña (que luego sería obispo de Jaén), entablándose un conflicto que enturbió las relaciones entre ambos personajes. Finalmente, el papa firmó la bula de nombramiento el 12 de noviembre de 1456 tras lo cual volvió la calma y el nuevo obispo burgalés recobró la confianza real, todo lo contrario de lo sucedido en el seno de su diócesis, que gestionó en forma muy conflictiva especialmente con constantes enfrentamientos con el cabildo de la catedral, casi siempre pro cuestiones económicas, a lo que hay que añadir violentos enfrentamientos entre diversos bandos organizados en la ciudad en los que el obispo se implicó de manera muy directa. Aplacadas estas disputas, el obispo Acuña se embarcó en otra no menos atrevida, al intervenir de manera activa en el conflicto dinástico planteado en Castilla en 1468, a la muerte del infante Alfonso, con el fin de elegir nueva reina, cuestión que debería decidirse entre la hermana del fallecido, Isabel y la también infanta, Juana (la Beltraneja) participando Acuña con su propio ejército en las contiendas disputadas en la zona burgalesa, causando no pocos sinsabores a los Reyes Católicos hasta que estos lograron controlarlo y castigar con el destierro, del que pudo volver en 1481 tras el perdón general otorgado por los monarcas. El obispo, ya tranquilizado en sus ímpetus levantiscos, se incorporó a la corte e incluso participó en los preparativos de la guerra de Granada. Años más tarde, ofició en la ceremonia de instituir como colegiata la hasta entonces iglesia parroquial de Belmonte, dedicada a San Bartolomé.

Como era común en estos personajes situados en las puertas del Renacimiento, el obispo Luis de Acuña además de ser hombre mundano, político y militar, fue también un protector de las letras y las artes, impulsando que la ciudad de Burgos se convirtiera en un gran foco cultural y su catedral en un emporio artístico. A su iniciativa se debe la realización del cimborrio gótico y la capilla del Condestable, favoreciendo los trabajos de Juan de Colonia, Simón de Colonia o Diego de Siloé, a quien encomendó la erección de su propio sepulcro, en la capilla de la Concepción y Santa Ana; costeó la terminación de los pináculos de la catedral e impulsó la construcción de otros templos y conventos en la ciudad, a lo que se añade la posesión de una magnífica biblioteca.

Bibliografía: Jorge Díaz Ibáñez, “Jurisdicción episcopal y violencia en el clero diocesano burgalés durante el siglo XV”, en Hispania Sacra, núm. 67, 135 (2015), pp. 169-196 / José Antonio Gárate Alcalde, “Luis de Acuña y el sobreclaustro de la catedral”, Diario de Burgos, 20-08-2020 / Diego González Nieto, Diccionario Biográfico de España (Real Academia de la Historia) / N. López Martínez, “La biblioteca de D. Luis de Acuña en 1496”, en Hispania, revista española de historia, núm. 20 (1960), pp. 81-110 / N. López Martínez, “Don Luis de Acuña, el cabildo de Burgos y la reforma, 1456-1495”, en Burgense, núm. 2 (1961), pp. 184-317 / Rodrigo de Luz Lamarca, Los obispos Luis y Antonio de Acuña. Cuenca, 2001; Autor

Fotografía: Sepulcro del obispo Luis de Acuña, obra de Diego de Siloé, en la catedral de Burgos.