24-10-1779 / Tarancón, 07-04-1849
Padre de Fernando Muñoz, quien gestionó de su hijastra, Isabel II, la concesión del título nobiliario de conde del Retamoso, que le fue concedido en 1846. Su madre, Eugenia Funes, fue nodriza de la infanta Carlota Joaquina, hija mayor de los entonces príncipes de Asturias Carlos IV y María Luisa de Parma. Por este motivo, todos los descendientes de Eugenia gozaron del privilegio de hidalguía y tuvieron una vida sencilla, con cierto desahogo económico y algunas propiedades urbanas. Juan Antonio estuvo casado con María Josefa Belinchón, de la que enviudó joven y parece que sin descendencia, según los datos que aporta Carlos Navarro Ríus en un artículo publicado en la Revista Castillejo.
El 19 de mayo de 1806, se casó con Eugenia Eusebia María Sánchez y Ortega, natural de Tarancón, nacida el 8 de marzo de 1781. Era el día en el que se celebraba la fiesta de Santa Quiteria y su casa estaba afincada cerca de esa barriada. Tuvieron 7 hijos: José Antonio, Agustín Fernando, Juan Gregorio, Jesús, Anastasia, Juana y Alejandra. Juan Antonio gestionaba junto a su mujer el estanco de la venta de sal procedente de las salinas de Belinchón, y tenían una posición social relativamente acomodada.
El matrimonio resultó un apoyo fundamental cuando el hijo, Agustín Fernando Muñoz comenzó su relación con la reina regente y que, una vez casados en secreto enseguida empezaron a tener descendencia, que oficialmente no existía. Ahí los abuelos fueron fundamentales, ayudándoles a sacarlos en secreto de palacio, después de ser bautizados y supervisando su crianza alejados de sus padres pero siempre en contacto con ellos. Una vez que se oficializó el matrimonio entre Fernando Muñoz y la Reina María Cristina, en 1844, las cosas cambiaron para todos los familiares y descendientes del taranconero.
Juan Antonio Muñoz y Funes fue nombrado I Conde de Retamoso por Real Cédula de 25 de agosto de 1.846 y Vizconde de Saviñán, además de Caballero de la Orden de Santiago y Administrador del Real Cortijo de San Isidro en Aranjuez. El título, según cuenta Dimas Pérez Ramírez en su libro “Tarancón en la historia”, se tomó de un lugar llamado antiguamente Valderretamoso, límite entre los términos municipales de Tarancón y Belinchón, donde el padre del duque tenía una heredad llamada Casa de don Juan. Cuando falleció, fue enterrado en la cripta preparada para la familia en la ermita de Riánsares.