Cuenca, 31-03-1943 / Madrid, 25-01-2015
Arquitecto y urbanista comprometido con la regeneración de los barrios madrileños durante los años 70, desarrolló destacadas obras de rehabilitación en edificios históricos de Toledo, para ser destinados a usos universitarios y administrativos.
“Limpiar y reparar no es rehabilitar. El aspecto central de la rehabilitación de un edificio es la recuperación de su utilidad, su reinserción en el patrimonio edificado capaz de ser vivido por los ciudadanos”. Así hablaba Mario Muelas del complejo universitario de San Pedro Mártir de Toledo, uno de sus proyectos más destacados y referencia para las intervenciones arquitectónicas en una ciudad histórica.
Titulado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, durante los años setenta, compaginó su actividad profesional con el asesoramiento a asociaciones vecinales madrileñas, participando en la Operación de Rehabilitación de Palomeras, que realojó a doce mil familias. Estas actuaciones no estaban exentas de cierto componente ideológico en la interpretación urbanística acorde con su militancia antifranquista.
De estas iniciativas, Muelas mantuvo su predilección por el trabajo multidisciplinar en equipo. Fue socio fundador del estudio AUIA, cuyas actuaciones se han basado en principios como minimizar los impactos ambientales y buscar la mayor rentabilidad social. Ejemplos son sus intervenciones en numerosos proyectos de planeamiento, transportes, equipamientos y VPO, como el plan Oeste de San Fermín en Madrid. En la capital también participó en la Torre Indocentro de Méndez Álvaro, junto a la M-30. Con esas experiencias, Mario Muelas desarrolló una forma de entender la vivienda social, que tendría un largo desarrollo posterior no solo para las Administraciones, sino también en el ámbito cooperativo, con gran énfasis en la construcción de equipamientos y la dotación de los barrios, incorporando la conciencia ambiental y la sostenibilidad a sus creaciones.
En 1984 afrontó la rehabilitación del antiguo convento de San Pedro Mártir de Toledo para dependencias universitarias. El proceso dejó al descubierto la biografía de un impresionante inmueble, de quince mil metros cuadrados, con seis siglos de sucesivas construcciones y destrucciones, incluyendo la recuperación de antiguos viales perdidos en continuados crecimientos. La intervención, enriquecida con aportaciones contemporáneas, fue premiada por la Real Fundación de Toledo en 1989.
Este trabajo inició una intensa relación con la capital toledana. Siguieron las rehabilitaciones del Palacio de Padilla, para Facultad de Humanidades; la antigua Casa de la Moneda, para acoger al Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha; la anexión del Convento Madre de Dios al complejo de San Pedro Mártir. También formó parte de los equipos que han transformado la antigua Fábrica de Armas en Campus Universitario Tecnológico. La restauración del Palacio de Fuensalida para transformarlo en sede de la presidencia regional también fue premiada en 2010 por la Real Fundación, siendo Muelas, hasta ahora, la única persona reconocida en dos ocasiones por esta entidad.
Durante más de cinco años, dirigió el equipo redactor del actual Plan de Ordenación Municipal de Toledo, aprobado en 2006, estableciendo al río Tajo como elemento integrador del desarrollo urbanístico.
Junto a sus obras y los conocimientos puestos en común con quienes ha compartido equipos en cuarenta y seis años de profesión, en su balance destacan haber anticipado tendencias como la regeneración de los barrios, la consideración del valor patrimonial, apreciado no sólo en edificios monumentales sino también residenciales, o la apuesta por componentes ambientales, hoy esenciales para el urbanismo y la arquitectura.
Mantuvo durante toda su vida una auténtica devoción hacia la figura y la obra de su padre, el poeta Federico Muelas. Gran apasionado de la cultura y artífice de su promoción, formó parte de los consejos de redacción de las revistas El Cárabo y Alfoz, en los años setenta. En su ciudad natal, Cuenca, sólo recibió un encargo institucional, el ascensor que debería comunicar la calle Zapaterías con la Plaza de Mangana para facilitar el desplazamiento entre ambos niveles de las personas con problemas de movilidad. Ese ascensor nunca ha entrado en funcionamiento.
En su muerte, quienes fueron compañeros suyos de promoción en la Escuela de Arquitectura de Madrid, José María Pérez, Peridis; Eduardo Aragoneses; Agustín Mateo y Alfredo Villanueva, firmaron de manera conjunta un artículo en el diario El País (26-02-2015), en que comienzan señalando la figura de Mario Muelas “no pasaba desapercibido entre los estudiantes de Arquitectura de Madrid. Una voz poderosa y profunda salida de los roquedales de las Hoces conquenses, una frente despejada y talentosa y su elevada estatura hacían destacar de modo especial su personalidad inconfundible cuando ponía orden en las asambleas que se celebraban a menudo en la Escuela de Arquitectura a finales de los sesenta”, para señalar a continuación su “entusiasmo, contagioso y escéptico a un tiempo” y cómo “su apariencia de ogro adusto, que le encantaba cultivar, escondía una bondad y una afabilidad casi infinita hacia todos los que le rodeaban”.
Referencias: José Luis Muñoz, “Mario Muelas, la sombra del poeta”. La Tribuna de Cuenca, 04-12-2024, p. 24.