¿Salamanca? / Cuenca, 1600
Pintor que reside en Cuenca por lo menos desde 1585 hasta su muerte, trabajando con otros artistas locales. Participa en los retablos del monasterio de San Francisco, en Valera de Abajo y en el de la iglesia de Altarejos. En 1589 recibió el encargo de dorar el retablo del monasterio de Jesús y María, en Huete, que iba a pintar Juan Gómez. Ese mismo año asume, junto con Quílez Moreno y Pedro Muñoz de Aguilar, la terminación de los retablos de las iglesias de Valdemoro del Rey y Navalón, que tenía encargados Diego de Segovia y que, al morir, su viuda Magdalena de la Torre los traspasó a los citados pintores. De la misma época son dos imágenes de San Cosme y San Damián para la iglesia de Zafra de Záncara y otra de la virgen para la parroquia de Culebras. En 1591 recibió el encargo de hacer un retablo para la iglesia de Rada de Haro y otro para un altar colateral del mayor, en la iglesia de El Acebrón, además de asumir la cesión que le hizo Juan Gómez de la parte que le correspondía en el retablo de la iglesia de Alcohujate Ese mismo año, en noviembre, contrata junto con Juan Gómez un retablo para la capilla propiedad de Gonzalo de Briones en la iglesia de San Vicente, de Cuenca, dedicado a la Inmaculada Concepción. En 1592 junto con Bartolomé Matarana y Quílez Moreno se encargan de hacer el retablo de la iglesia de Almendros y un sagrario de talla y pintura para la de Tribaldos y en 1594 ambos asumen también el compromiso de tallar y pintar un retablo para la ermita de la Trinidad, en Campillo de Altobuey. Encargo similar al que reciben en 1595 para elaborar otro retablo, en este caso con destino a la ermita de San Cristóbal, en Osa de la Vega, mientras que con Quílez Moreno trabaja para hacer el retablo de la iglesia de Beamud. Mayor envergadura parece debió tener el compromiso que en 1596 adquirieron Mayorga y Pedro Muñoz de Aguilar de pintar y dorar un retablo de madera en el altar mayor de la iglesia del convento de San Francisco, en Valera de Abajo, trabajo por el que el señor de la villa, Fernando Ruiz de Alarcón, debería abonarles 180 ducados. De la capacidad de trabajo de este artista da buena idea su testamento, fechado el 7 de noviembre de 1599, en el que se recoge una amplia relación de deudas que tienen con él numerosos lugares de la provincia para los que había trabajado.
Referencias: Pedro Miguel Ibañez, Documentos para el estudio de la pintura conquense en el Renacimiento. Cuenca, Diputación Provincial, 1990; pp. 197, 237-238, 241, 247, 299-308, 313, 321 / Santiago Montoya Beleña “Iconografía trinitaria en una pintura del siglo XVI de Hernando de Mayorga y Miguel Guijarro”. Madrid, 1996; Ars Longa, cuadernos de arte, núms. 7-8, pp. 199-203 / María Luz Rokiski, “Datos documentales sobre la pintura conquense del siglo XVI”. Madrid, 1991; Archivo Español de Arte, núm. 253, pp. 84-85