GÓMEZ, Martín (el Viejo)

San Clemente ¿1503? / Cuenca 1562

Probablemente el más importante pintor conquense de su época e iniciador de la saga familiar de los Gómez. Parece comprobado que fue aprendiz en el taller de Yáñez de Almedina, cuando éste trabajaba en Cuenca las tablas de la Capilla de los Caballeros, de la catedral, en torno a 1530. Sin embargo, la influencia italianizante que recibió del maestro se vio compensada ‑y en ocasiones diluida‑ en la más arcaizante que obtuvo de su pertenencia al taller de su suegro, Gonzalo de Castro, sin olvidar la necesaria influencia del gusto de la época, traducido en los encargos recibidos y que era obligado atender. Algunas hipótesis apuntan a una posible estancia del artista en Italia, pero ningún dato lo avala, dándose por más cierto que fue la presencia directa de Yáñez en Cuenca, el aglutinante más eficaz de la influencia ejercida en Gómez para que este diera el paso desde su inicial preparación vinculada a las técnicas del pasado con una aceptación de las nuevas tendencias, de estilo renacentista, llegadas de Italia. Eso explica que una buena parte de su legado corresponda al gótico tradicional, mediante la aplicación de técnicas y conceptos compositivos ya en decadencia. De ahí se produce una evolución que alcanza su momento más expresivo en el retablo de San Mateo y San Lorenzo, sin duda la primera obra renacentista surgida en los talleres pictóricos de Cuenca. Por su parte, Pedro Miguel Ibáñez considera que La Presentación del Niño en el Templo es la obra más notable conservada del autor y especula con la hipótesis de que fue elaborada para formar parte de un retablo en la catedral, donde pudo estar colocado “sobre un pilar del crucero, del lado de la capilla de San Juan y San Antolín, recibiendo culto bajo la popular advocación de Virgen de las Candelas”.

Martín Gómez se hace presente a partir de 1525, con un trabajo inicial en el retablo de la iglesia de Horche (Guadalajara), que fue seguido de otros en diferentes lugares de la diócesis, no bien localizados, hasta que aparece como responsable del retablo de Valdecabras, sin duda una de las obras más destacadas del Renacimiento en Cuenca y que junto con los dos retablos mencionados para la catedral corresponden al espacio comprendido entre los años 1535-1553, periodo que revela “a un autor en la plenitud de sus facultades y que ha sabido imponer su arte en los medios artísticos conquenses de la época. Parece como si la muerte de su suegro, y también pintor, Gonzalo de Castro, le hubiese liberado profesionalmente de cierta tutela paternalista y adquiriese clara conciencia de sus auténticas posibilidades”, según la autorizada opinión del ya citado Ibáñez.

El magnífico retablo de la iglesia de Valdecabras, obra excepcional de Martín Gómez el Viejo

Entre 1547 y 1548 trabajó en el retablo de la capilla de Santiago y en este último año en la pintura del sagrario de la iglesia de Altarejos. En 1549 estuvo en pleitos con Catalina de Coalla, viuda de Juan de Ortega, por discrepancias sobre un retablo que el pintor debería haber hecho para la capilla titular de aquella en el convento de San Francisco de Cuenca. El mismo año se comprometió con Julián de Guadalajara para tallar un retablo dedicado a la Asunción de la Virgen para la iglesia de Santa María de Gracia, fijándose el precio en 12.000 maravedís y el 7 de febrero de 1550 firmó el contrato para pintar un retablo dedicado a San Juan Evangelista para la capilla fundada por Juan Hernández de la Rambla en la iglesia de Santo Domingo, de Cuenca, obra de la que se conserva un amplio fragmento en el Palacio Episcopal. En 1557 está documentado que trabajó para hacer el retablo de la iglesia de Castillejo del Romeral. En 1561, junto con su hijo Gonzalo, se encargan de pintar el retablo de la iglesia de Cervera del Llano y al año siguiente aceptan también trabajos similares para las villas de Alcocer y Millana, en Guadalajara, además de varias referencias a posibles trabajos no bien especificados en otras iglesias de la diócesis.

Un caso especialmente interesante es el referido al retablo para el cabildo de los canónigos en la catedral, una de las obras fundamentales del artista, pintado en 1550 y que durante muchos años se daba por perdido, a causa de haber sido desmontado del lugar de su destino inicial, en la Sala Capitular, pero que Pedro Miguel Ibáñez ha establecido algunas pistas coherentes para fijar su actual destino. Por un motivo ignorado, la obra fue retirada (probablemente porque se estaban haciendo obras en la sacristía), pero en 1751 el cabildo decidió reponerla pero mencionándola como un cuadro de la Natividad y éste sí que está perfectamente localizado, actualmente en el Museo Diocesano. A la catedral pertenecen también una excelente Presentación del Niño en el Templo y especialmente el magnífico Retablo de San Mateo y San Lorenzo, situado ahora en la nueva capilla municipal dedicada a San Mateo.

Martín Gómez, que vivía en el barrio de San Esteban, trabajó también en el Escorial, pintando “los santos de las puertas de uno de los relicarios altos de la iglesia” (Ceán). De todos los artistas que trabajaron en Cuenca en la fecunda época del Renacimiento, es el más conocido y estudiado, incluso en épocas modernas.

Entre los días 14 y 25 de mayo de 1990 fueron expuestas dos tablas atribuidas a Martín Gómez, recuperadas por el Museo Diocesano (tras haber sido localizadas casualmente y que en origen formaron parte de la iglesia de Uña) y restauradas en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. Se trata de dos guardapolvos de un tríptico, del que ha desaparecido la tabla central, de 3 metros de alto por 80 centímetros de ancho, divididos cada uno de ellos en tres espacios que recogen diversas escenas de la vida de Cristo

En diciembre de 1997 fue localizada otra tabla, también atribuida a Martín Gómez el Viejo, en este caso en la Feria de Arte de Madrid, donde fue expuesta por una galería inglesa. El cuadro representa una escena protagonizada por la Virgen María que tiene sujeta por la cintura al Niño Jesús quien, a su vez, acaricia la cabeza de un ángel, tras el que se vislumbra la figura de Santa Ana. La obra, de 93×73 centímetros, se encuentra en magnífico estado de conservación, y salió a la venta con un precio de 12 millones de pesetas, sin que ninguna entidad de Cuenca mostrara interés en adquirirla, por lo que regresó a Inglaterra.

En agosto de 2000 la Real Academia Conquense de Artes y Letras elaboró un informe encaminado a conseguir la recuperación de una tabla de Martín Gómez, una Piedad con cuatro figuras de medio cuerpo, que perteneció a la familia Hurtado de Mendoza y cuya última ubicación en Cuenca fue en los despachos de la antigua Cárcel de la Inquisición, de donde salió para ser restaurada. Existe constancia de que fue vista instalada en el despacho del ministro de Justicia Francisco Ruiz Jarabo, pero nunca regresó a la ciudad.

En junio de 2024 la casa Christie`s de París anunció la subasta de un cuadro de Martin Gómez el Viejo, hasta ese momento inédito, una Sagrada Familia procedente de una colección privada, que salió a la venta por 20.000-30.000 euros; en este caso, tampoco ninguna institución conquense hizo ninguna intención por adquirirla.

Referencias: Juan Agustín Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España. Madrid, 1800; pp. 200-201 / Pedro Miguel Ibáñez, Los Gómez, una dinastía de pintores del Rencimiento. Cuenca, 1991; EUCLM / Pedro Miguel Ibáñez, “La Presentación del Niño en el Templo, de Martín Gómez”. Revista Cuenca, 1985, núms. 25-26, pp. 93-100 / Pedro Miguel Ibáñez, “El retablo del Cabildo, de Martín Gó,mez el Viejo”. Revista Cuenca, núm. 27, primer semestre 1986, pp. 33-47 / Ibáñez, Documentos, 75, 80, 130-157