Cuenca, 1531 / Cuenca, antes de 1586
Pintor, hijo de Martín Gómez el Viejo, con quien trabajó en numerosas obras, como los retablos de Villarejo del Espartal o El Peral, y en los cuadros de La Asunción y La Cena que se conservan en el Museo Diocesano o el que se encuentra en la Capilla del Deán Barreda, en la catedral. Tras la muerte de su padre continuó trabajando en solitario acompañado ya de un respetable prestigio, lo que le permitió recibir nuevos encargos que realizó en ocasiones en colaboración con otros artistas, lo que explica que es uno de los artistas conquenses de esa época con actividad más intensa y bien documentada, aunque muchas de sus obras no han sobrevivido o no se pueden localizar con precisión. A él se debe un retablo para la ermita de la Virgen de las Nieves, en Albaladejo del Cuende (1559) y también otro para la iglesia de Villar del Águila (1562). El documento más antiguo que se conoce referido a este pintor es de 1563, cuando asume el encargo de pintar sendos retablos para las iglesias de Lagunaseca y Masegosa, que habría de tallar Francisco de Villanueva. En 1564 trabajaba junto con Juan de Ortega en la pintura de un retablo para la iglesia de Santa María, de Alarcón y al año siguiente se le encuentra reclamando un pago a la iglesia de Sisante, aunque no se especifica qué tipo de trabajo pudo hacer. Hizo un retablo dedicado a San Quilez y Santa Julita para una ermita de Torralba (1577) y pintó una imagen de Nuestra Señora de la Concepción, tallada por Giraldo de Flugo para el cabildo de la Vera Cruz de Belmontejo (1578), mismo año en que ambos artistas hicieron un crucifijo para la iglesia de Culebras, obra similar a la que en 1580 trabajaron para Zaorejas. En 1582 se comprometió a terminar tres retablos para la villa de Alarcón, que Juan de Ortega había dejado inconclusos al morir: uno de San Martín y otro de Santa Lucía, para la iglesia de la Trinidad y otro para la iglesia de Santo Domingo. El mismo Gonzalo Gómez dejó pendiente otro retablo que le habían encargado en el convento de San Francisco de San Clemente y que, al morir, pasó a manos de Pedro de Villadiego. También dejó sin terminar el retablo para la iglesia de Zafra, pero antes de morir ordenó que lo terminasen sus hijos Juan y Martín Gómez el Joven. Según un poder que otorgó su viuda, Lucía Moya, también había dejado pendientes el retablo de la iglesia de Villaconejos, una obra en el monasterio de monjas que fundó en Huete Marcos de Parada y un sagrario para la iglesia de Aliaguilla; de todas se harían cargo sus hijos Juan y Martín. En esta prolífica obra parece poder incluirse también el retablo de los Santos Juanes que está en el Museo Diocesano, la tabla de la Virgen con el Niño del retablo de San Martín, y la Cruz en el Gólgota, de la capilla de San Bartolomé, ambas en la catedral.
Referencias: Pedro Miguel Ibáñez, Los Gómez, una dinastía de pintores del Renacimiento. Cuenca, 1991; EUCLM / Pedro Miguel Ibáñez, Documentos para el estudio de la pintura conquense en el Renacimiento. Cuenca, Diputación Provincial, 1990; pp. 155, 159-180, 328, 337.