Doble entrega de Rafael Talavera

Casi todos los autores suelen espaciar sus obras, de manera que lleguen al lector de manera esporádica y a la vez progresiva. Eso es especialmente cierto en el terreno de la literatura, una actividad creativa que requiere sosiego, meditación y muchas consideraciones estilísticas. Por eso sorprende que de manera casi simultánea lleguen a las librerías dos títulos del poeta iniestense Rafael Talavera, ambos de similar configuración estética, dentro de la colección Baños del Carmen que con tanto rigor como elegancia edita Vitruvio, en la que hacen los números 924 y 926, Grial y Luz cenital, respectivamente. Pero ahí, en la simultánea aparición en el seno de una colección tan respetable como valiosa, en la similitud estética y tipográfica terminan las coincidencias porque en el fondo, que es lo que importa, nos encontramos ante dos libros claramente diferenciados en su concepto y en su estilo. Grial es un poemario que transpira sentimientos amorosos por cada uno de sus versos. Como el propio autor reconoce en una nota final, fue escrito en el verano de 1986, junto a un lago con cisnes en Baviera, al pie de castillos románticos y junto con quien compartía un amor que imaginamos apasionado y que se entromete, quieras o no, entre los versos, no siempre amables, que el autor va desgranando siguiendo impulsos en los que se mezclan pensamientos, obsesiones y la impresión influyente del entorno. Por el contrario, Luz cenital es una obra de madurez, escrita desde la serenidad inmersa en ideas que bordan el pesimismo, cuando no la amargura por el tiempo que fluye, pero es también un poemario de impresionante solidez conceptual, cuya estructura en doce partes demuestra la existencia de un plan claramente preconcebido por el autor.