El fallecido José María Abellán ha sido referencia en la literatura y la educación conquenses de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Aunque nacido en Santander en 1949, se trasladó de niño a la ciudad de Cuenca y aquí estudió Magisterio, profesión que ejerció en destinos como Belmonte y la propia capital conquense, donde fue director durante décadas del colegio Federico Muelas. Precisamente en su etapa de alumno universitario publicó ya su primer libro de poesía, Por senderos casi prohibidos, donde ya se manifiesta su interés por la temática religiosa y metafísica. En su etapa belmoteña fundó junto a Ángel Sevilla y Andrés Duro la revista poética Aquí el alma navega y la colección literaria El alma navega. Fue Premio Ciudad de Cuenca de Poesía en 1973 y habitual en el jurado del premio de Poesía Federico Muelas. Su voz poética fue clara y expresiva, sin alardes técnicos y sin dejarse llevar por modernidades abstractas.
En su obra literaria destacan títulos como Gebel al Tarik, en el que se adentró en las vanguardias y la experimentación, y Alteia. Con este libro titulado con el nombre de la ciudad prerromana que la leyenda identifica con Cuenca inició, en palabras de José Luis Muñoz, «su trilogía sobre ‘el mito’, una deriva poética en busca de las raíces del espíritu conquense, que se inicia precisamente con esta recreación de una de las figuras legendarias más potentes para intentar justificar la invención de Cuenca, un camino que no ha sido suficientemente explorado en la ciudad». También son obras notables Voces, con referencias a Bukowski; El mito encantado (dedicada a la Ciudad Encantada); el complejo En el boulevard de la xenofobia ambiental; y El mito de la fe, una de sus múltiples aproximaciones a la Semana Santa conquense. Fue, de los pocos casos, en que pregonó las tres fiestas de Cuenca: la Semana Santa, las fiestas de San Julián y las de San Mateo.