Albornoz, Pedro Gómez de

Cuenca, c. 1322 / Aviñón, 1375

Son innumerables los estudios y artículos que intentan desentrañar la biografía de este personaje, porque sus datos personales se cruzan y confunden con los de un coetáneo llamado Pedro Gómez Barroso (nacido en Toledo en 1321 y muerto en Sevilla en 1390) y, como él, también arzobispo de la capital hispalense. A lo que se añaden también otras líneas que le confunden con su hermano Fernando, igualmente arzobispo de Sevilla. Lamentablemente, el amplio artículo redactado por Raquel Torres Jiménez para el Diccionario Biográfico editado por la Real Academia de la Historia no ayuda a desenvolver la madeja, más bien contribuye a enredarla algo más, al mezclar ambas trayectorias personales.

Para seguir el rastro e intentar encontrar las pistas correctas puede ser conveniente tomar como punto de partida la sencilla nota inserta por Mateo López en sus Memorias del obispado de Cuenca:        “Hijo de Gómez García y sobrino del cardenal Gil de Albornoz. Fue obispo de Lisboa (1363) y arzobispo de Sevilla (1368) cargo este último que sólo ejerció dos años, pues se pierde su nombre en 1371. Antes, sin embargo, el papa Gregorio XI le hizo cardenal con el título de Santa Práxedes. Murió en Aviñón y según parece fue enterrado en el monasterio de dominicas”.

Esas breves notas pueden servir muy bien como de urdimbre para, sobre ellas, intentar fijar la biografía, desligándola de los datos que razonablemente parecen corresponder a Pedro Gómez Barroso quien, por cierto, antes de llegar a Sevilla había sido obispo de Cuenca entre 1373 y 1378.

Volvamos, pues, al personaje que es objeto de esta entrada, Pedro Gómez de Albornoz o Pedro Gómez Álvarez de Albornoz, como también es citado en otros lugares, para contribuir así a alimentar la confusión. Hijo de García de Sotomayor y Gómez, de origen portugués, parece que fue estudiante en la Universidad de Bolonia (aconsejado, sin duda, por su tío el cardenal Gil de Albornoz) y luego permaneció en ella como profesor de Derecho Canónico. Vuelto a España fue canónigo en Palencia (1335) y en Toledo (1337), donde fue designado arcediano (1341) y deán (1343), escala que le llevó finalmente a ser nombrado obispo de Sigüenza (14-08-1348) para lo que fue precisa una dispensa del papa Clemente VI a causa de su juventud

El siguiente papa, Inocencio VI, le encomendó diversas tareas fiscales y diplomáticas (1353), que coincidieron con los hechos protagonizados por el rey Pedro I al abandonar a su legítima esposa, Blanca de Borbón, para mantener relaciones con su amante, María de Padilla, lo que provocó la intervención pública del obispo de Sigüenza al censurar acremente al monarca, quien había castigado a su esposa con la prisión, pena que también sufrió el díscolo obispo en el castillo de Aguilar de Campoo (1355), de donde pudo salir, no se sabe si huido o con autorización real, para encontrar refugio en Portugal, lo que se explica seguramente por los orígenes de su padre y la probable existencia de raíces familiares, mientras sus bienes quedaban embargados por la corona.

Contando con la simpatía de Inocencio VI, que realizó constantes gestiones en su favor, pudo ser nombrado obispo de Coimbra (25-08-1358) y de Lisboa por Urbano V (23-07-1364), periodo durante el que residió largas temporadas en Aviñón, en la entonces corte papal, realizando diversas funciones administrativas y diplomáticas.

Para entonces, era ya un experto canonista, como ratifica López de Ayala al mencionarlo como “grand doctor en Leyes e ome de buena consciencia e de buena vida”, formación jurídica que le permitió ejercer influencia en la corte papel y posteriormente en la castellana, al conseguir finalmente el regreso de su forzado exilio.

Al volver a Castilla, fue nombrado arzobispo de Sevilla (04-06-1369) y Gregorio XI le creó cardenal (30-05-1371), con el título de Santa Práxedes, con lo que fue el primer cardenal-arzobispo de Sevilla, aunque parece que no dejó demasiada huella pastoral en esta diócesis porque para entonces ya estaba completamente dedicado a los asuntos pontificios en Aviñón, formando parte del activo grupo de cardenales y diplomáticos que intentaba restaurar la sede apostólica en Roma, cosa que sucedió finalmente en 1377, cuando Pedro Gómez de Albornoz ya había muerto.

La misma confusión que acompaña a su biografía es aplicable a las obras escritas que se le atribuyen. La más conocida es Vita animarum (De la vida de las almas), que figuraba en la Biblioteca del conde-duque de Olivares; Libro del consejo e de los consejeros se atribuye indistintamente a este autor o a Pedro Gómez de Barroso; tampoco es seguro que fuera suyo el Confesionario o De la justicia de la vida espiritual de los hombres e de la perfección de la Iglesia militante e de la honestidad de la vida corporal, localizado en la Biblioteca de El Escorial; en cuanto a Tabula, es un manuscrito conservador en la Biblioteca Nacional

Referencias: LÓPEZ, Mateo: Memorias históricas de Cuenca y su obispado. Edición de Ángel González Palencia. II) Cuenca, 1954, p. 168. / Raquel Torres Jiménez, Diccionario Biográfico Español; Real Academia de la Historia.